El secreto Japonés
Hoy Domingo tomé medidas drásticas: ¡Actualicé este Blog!, y que mejor tema que nuestras tribulaciones buscando casa en Francia.
La acogedora casa de México en la Ciudad Universitaria de Paris nos abrió los brazos de inmediato y nos recibió como si fueramos dos dignatarios aztecas de visita en el viejo continente: Nos alojaron en un diminuto cuartito de 10 mts2, sin baño, ni cocina, ni ventanas, ni ...

Yo, como buen caballero, dormí en el catre. Obviamente desde el primer día mi espalda resintió mi nueva cama de plumas mojadas. Así pasamos nuestros primeros 15 días. Finalmente la amable Mme Palachie nos avisó que nuestro suplicio había terminado, que habíamos pasado la prueba y que la casa de México nos daría un ESTUDIO para DOS personas. Le pregunté la razón del retrazo y me comentó que varios funcionarios de la SEP vinieron a Francia de visita y quisieron ahorrarse el hotel. Enojados por la situación pero felices por conocer el ESTUDIO, rapidamente empacamos todas nuestras cosas y fuimos a conocer nuestra nueva morada.

Dos días después Paula empezó a comprar revistas y peródicos que anunciaban departamentos en renta.
Empezamos entonces el penoso peregrinaje de departamentos parisinos de bajo costo. El que no tenía las paredes cubiertas de azulejos de plástico, las tenía empapeladas de color mordado, o simplemente no tenía paredes. El mejor fue precisamente ese al que fuimos y no tenía nada; la dueña nos hizo la visita repitiendo "no se preocupen que aquí va a estar la cocina, y acá el baño y por allá la sala..." Otro memorable fue aquél al que se le caían los techos y el dueño nos sugirió dadivosamente bajarnos la renta si nos mudábamos y poco a poco arreglábamos los defectos ("están majaretas estos franceses").
En los departamentos feos nos ofrecían luego-luego el contrato, de los bonitos nunca nos volvieron a hablar; yo encuentro aquí una extraña e inesperada similitud entre los departamentos y las mujeres.
Algunos meses después todo dio un giro dramático: una pareja de japoneses tenía que dejar su departamento en la Casa de las Provincias de Francia y querían hacer un intercambio con nostros y nuestro ESTUDIO para DOS personas. Nosotros aceptamos inmediatamente y un mes después nos cambiábamos. De inmediato todo se iluminó, nuestra nueva casa tenía 30 mts2, dos cuartos, cocineta y baño...todo un sueño.

Incluso tenía vista sobre París y la Torre Eiffel.

Todo parecía perfecto y maravilloso hasta que cayó la noche y nos dimos cuenta que los japoneses escondían un terrible secreto: Cuando el sol se desvanece, una misteriosa luz azul neón lo remplaza y empapa TODO el lugar.

Durante el día vemos con alegría a través de nuestras ventanas. En las noches corremos las espesas cortinas y olvidamos. Durante el día vemos con alegría a través de nuestras ventanas...
La acogedora casa de México en la Ciudad Universitaria de Paris nos abrió los brazos de inmediato y nos recibió como si fueramos dos dignatarios aztecas de visita en el viejo continente: Nos alojaron en un diminuto cuartito de 10 mts2, sin baño, ni cocina, ni ventanas, ni ...

Yo, como buen caballero, dormí en el catre. Obviamente desde el primer día mi espalda resintió mi nueva cama de plumas mojadas. Así pasamos nuestros primeros 15 días. Finalmente la amable Mme Palachie nos avisó que nuestro suplicio había terminado, que habíamos pasado la prueba y que la casa de México nos daría un ESTUDIO para DOS personas. Le pregunté la razón del retrazo y me comentó que varios funcionarios de la SEP vinieron a Francia de visita y quisieron ahorrarse el hotel. Enojados por la situación pero felices por conocer el ESTUDIO, rapidamente empacamos todas nuestras cosas y fuimos a conocer nuestra nueva morada.

Dos días después Paula empezó a comprar revistas y peródicos que anunciaban departamentos en renta.
Empezamos entonces el penoso peregrinaje de departamentos parisinos de bajo costo. El que no tenía las paredes cubiertas de azulejos de plástico, las tenía empapeladas de color mordado, o simplemente no tenía paredes. El mejor fue precisamente ese al que fuimos y no tenía nada; la dueña nos hizo la visita repitiendo "no se preocupen que aquí va a estar la cocina, y acá el baño y por allá la sala..." Otro memorable fue aquél al que se le caían los techos y el dueño nos sugirió dadivosamente bajarnos la renta si nos mudábamos y poco a poco arreglábamos los defectos ("están majaretas estos franceses").
En los departamentos feos nos ofrecían luego-luego el contrato, de los bonitos nunca nos volvieron a hablar; yo encuentro aquí una extraña e inesperada similitud entre los departamentos y las mujeres.
Algunos meses después todo dio un giro dramático: una pareja de japoneses tenía que dejar su departamento en la Casa de las Provincias de Francia y querían hacer un intercambio con nostros y nuestro ESTUDIO para DOS personas. Nosotros aceptamos inmediatamente y un mes después nos cambiábamos. De inmediato todo se iluminó, nuestra nueva casa tenía 30 mts2, dos cuartos, cocineta y baño...todo un sueño.

Incluso tenía vista sobre París y la Torre Eiffel.

Todo parecía perfecto y maravilloso hasta que cayó la noche y nos dimos cuenta que los japoneses escondían un terrible secreto: Cuando el sol se desvanece, una misteriosa luz azul neón lo remplaza y empapa TODO el lugar.

Durante el día vemos con alegría a través de nuestras ventanas. En las noches corremos las espesas cortinas y olvidamos. Durante el día vemos con alegría a través de nuestras ventanas...
1 Comments:
GEnial la búsqueda de casa. Aquí como todo, no tenemos vista a la torre eiffel ni a la otra torre, pero no tenemos la luz neon. Así son las cosas aquí, perfectas pero sin mucho encanto. No se que prefiero, sé que este departamento en París sería algo imposible para mi.
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